lunes, 9 de junio de 2014

CUANDO PASA ALGO CRUEL – DÍA 26.


Hace poco sucedió un hecho con alguien cercano que impactó a mi familia y me impactó a mí. Terminé sollozando frente a mi mamá en la oscuridad de la madrugada diciéndole “y nosotros nos la pasamos diciendo que con un ingreso de vida eso se solucionaría…” Todo esto me hizo preguntarme “¿por qué existe el dolor?” Reproché a la vida por ser cruel, porque aquí en la realidad podemos experimentar dolor físico.
Me perdono a mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma tener una reacción emocional por el hecho ocurrido.
Me perdono a mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma pensar que debo sentirme triste por lo que sucedió porque de lo contrario soy una “mala persona”.
Me perdono a mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma usar la frase “y nosotros nos la pasamos diciendo que con un ingreso de vida eso se solucionaría…” como una victimización, desesperanza y reproche a un esfuerzo o sacrificio que estoy haciendo como si eso me hiciera “buena”, “superior” o en “merecimiento de algo” sin considerar que yo creo la injusticia actual, que yo soy parte de ella y que es mi responsabilidad parar todo caos mental y acción deshonesta de mi parte contra la vida en igualdad.
Me perdono a mí misma por haberme permitido y aceptado a mí misma reprochar algo que no puedo cambiar por ahora como es el dolor físico que podemos experimentar.
Cuando me vea a mí misma permitirme una emoción impactante y crear imaginaciones acerca de esa emoción, me detengo y me estabilizo en lo físico con el respiro.
Me doy cuenta que lo que puedo hacer en situaciones ‘crueles’ o de emergencia es permanecer en lo físico y buscar una manera en la que pueda apoyar, ser útil en la realidad para la solución del problema, empezando por detener/evitar esas emociones y parar/evitar las imaginaciones acerca de dicha emoción. Esto da también gran apoyo real a otras personas que puedan estar sumergidas en emociones.
Me doy cuenta que he querido tener una imagen de “ser buena” por la idea de que esto me hace “superior”, es decir, tengo deseos de ser algo “más”, de ser alguien “especial” desconsiderando y apartándome totalmente de los principios de vida en igualdad en que me he comprometido levantarme.
Me comprometo conmigo misma a detener las reacciones por los acontecimientos ‘crueles’ o de emergencia que puedan suceder y con esto evitar también las imaginaciones que esto pueda causar y que sólo me permite alargar el caos mental.
Me comprometo conmigo misma a dejar de querer cumplir con los estándares aceptados por la mayoría, dejar de querer llenar esa personalidad ya descubierta por mí de “pureza y limpieza” que quiero proyectar y en vez de esto simplemente dirigirme con sentido común, sin sentimientos y emociones hacia lo que es mejor para todos, sea bien visto a o no por la mayoría (siempre y cuando no atente contra mi integridad física).
Me comprometo conmigo misma a aceptar que por ahora no puedo cambiar el hecho real de que los humanos y más individuos podemos experimentar dolor y a su vez dirigirme para que en la manera de lo posible pueda prevenir dicho dolor o disminuirlo/acabarlo al momento que se presente de una forma real de hacerlo aquí en lo físico y no en la mente.
Me comprometo conmigo misma a detener mis deseos de “ser buena” para ser “superior” o “especial” y con esto evitar sus derivados como lo son la victimización, el reproche y el sentimiento de merecimiento (como si se debiera sufrir para obtener algo – de lo cual ya he escrito el perdón correspondiente–).
Me comprometo conmigo misma a permanecer estable en lo físico en vez de paralizarme llorando o sollozando y buscar la manera real en la que puedo ayudar a que el problema se resuelva.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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